lunes, 19 de febrero de 2007

El Banco de España alerta: inmobiliarias y constructoras están en el límite de su endeudamiento

19 02 2007

Fuente: El Confidencial

El Banco de España ha entrado, por fin, en una de las cuestiones más controvertidas del análisis económico: la capacidad de las empresas para seguir endeudándose en aras de ganar tamaño y rentabilidad. Y lo ha hecho a través de su director del servicio de estudios, José Luis Malo de Molina, quien en un estudio publicado en la serie Papeles Ocasionales -editado por el propio banco central- alerta sobre un problema que lejos de remitir continúa literalmente disparado.

La conclusión a la que llega el Banco de España es meridianamente clara: inmobiliarias y constructoras han cruzado ya el Rubicón de su endeudamiento, hasta el punto de que si ambos sectores no frenan en su búsqueda de nuevos préstamos para financiar su crecimiento pueden verse abocados a un claro deterioro de su situación patrimonial.

Sobre las inmobiliarias, el Banco de España reconoce su preocupación -lo llama cautela- por el hecho de que pida préstamos como si la actual fase expansiva de la demanda de pisos fuera a prolongarse “indefinidamente”. El toque de atención también alcanza a las constructoras, que en los dos últimos años han acelerado su crecimiento no orgánico (sin fusiones), acudiendo a la financiación ajena para entrar o consolidar su posición en sectores como el energético o la explotación de aeropuertos.

Aunque según el banco central, “dichas estrategias constituyen una opción razonable de diversificación sectorial y geográfica” que facilita su internacionalización, lo cierto es que también generan peligros. Y, en concreto, estima que esa estrategia “puede llevar a niveles de endeudamiento que supongan una rémora para la generación futura de rentas y un deterioro de su situación patrimonial”. No es nada habitual que el Banco de España se dirija de manera tan clara a un sector empresarial, ya que normalmente hace sus juicios de valor en términos agregados.

Sostenibilidad del gasto

El análisis de Malo de Molina es, por el contrario, mucho más suave con el endeudamiento de las familias. Para el Banco de España, los estudios econométricos realizados por su Servicio de Estudios sobre la demanda de créditos indican que “no es posible hablar de una situación generalizada de endeudamiento excesivo que pudiera amenazar la sostenibilidad del gasto”. Y es que lo que le preocupa al banco central es que el alza de los tipos de interés acabe por drenar la renta disponible de las familias, lo que tendría indudables efectos sobre el crecimiento económico. En palabras de Malo de Molina, “los riesgos que plantea el rápido aumento de las deudas de los hogares no están relacionados con la estabilidad financiera, sino con su posible influencia en las decisiones futuras de gasto”.

El Banco de España recuerda que el endeudamiento de las familias ha crecido muy por encima del aumento de la renta disponible. En concreto, de representar un 45% en 1995 hasta rebasar actualmente el 120%, claramente por encima de la zona del euro, pero todavía por debajo de Estados Unidos y Reino Unido.

El aumento de la riqueza financiera de los hogares -por la imparable subida de la vivienda- compensa esta fuerte apelación, ya que el valor patrimonial de sus inversiones (principalmente en pisos) representa ya el 800% de su renta disponible. Y es que lo estudios realizados por el banco central indican que “las decisiones de gasto tienden a hacerse más sensibles a las variaciones de los tipos de interés y de los precios de la vivienda”. De ahí que Malo de Molina considere que la variable básica a tener en cuenta es la capacidad de la economía española de generar rentas a través, fundamentalmente, del empleo.

“Estos riesgos, dice el Banco de España, son particularmente relevantes para un sector de familias -que no especifica- con elevados ratios de endeudamiento y bajos niveles relativos de renta y de riqueza, y que por lo tanto tienen poco margen para incrementar adicionalmente su carga financiera”. Es decir, con nula capacidad para pedir préstamos con los que financiar el gasto corriente.

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